Texto: Diego Arraigada
Realismo
Lúcido, Realismo Lúdico.
Ya desde su origen, en la elección de la denominación del estudio, los
Arzubialdes dan indicios de la actitud que los guía.
En una acción a la vez divertida y casi poética, (sugestivamente, el resultado
de esta acción es un Ingeniero Civil) los integrantes de un estudio de
arquitectura diluyen sus identidades detrás de una especie de alter ego
colectivo -Ernesto Arzubialde- que es algo más que un nombre de fantasía: es un
personaje que los aconseja, interpela y canaliza su energía de trabajo.
Casi como Johan-Sebastian Mastropiero -el compositor heterónimo de Les Luthiers-
el ingeniero Ernesto Arzubialde es una figura de múltiples cabezas, ambiguo e
inasible, lo suficientemente irreverente como para explicar el componente
experimental e iconoclasta de sus obras y lo suficientemente serio como para
explicar el rigor y la calidad disciplinar de las mismas.
Los miembros del estudio se forman y dan sus primeros pasos en la Universidad
Nacional de Rosario en una época marcada por la crisis del 2002 y en un clima
en el que, a partir de lo brutal del contexto, permitía -a quien supiera verlo-
la oportunidad de pensar en re-construcciones creativas a partir de los escombros;
lograr mucho con poco. Tal es la actitud que sigue guiando sus pasos, no sólo
literalmente, sino también conceptualmente. Contrariamente a perseguir los
estados ideales de las cosas, la obra del estudio Arzubialde parte de una inteligente
y desprejuiciada aceptación de “lo real”, y es sólo a partir de ella que
elaboran sus interpretaciones y estrategias de acción.
En el extremo opuesto de la actitud que utiliza la realidad como una excusa
para explicar limitaciones o falencias, las dificultades concretas de la misma
parecieran potenciar sus ambiciones proyectuales, sugerir resultados formales inéditos,
alentar ensayos materiales-constructivos con las tecnologías al alcance y
permitir concretar finalmente lo que muchas veces se presenta como improbable.
Éste es el principal valor de su producción.
Todo esto se traduce en una sensibilidad arquitectónica auténtica, que más que
definir un estilo o lenguaje estético, atraviesa los procesos de proyecto y da
como resultado en cada caso algo nuevo de algo conocido, algo específico de algo
genérico. Su manera de operar es siempre la misma, pero como cada caso es único
y particular, también lo son sus propuestas.
La selección que aquí se publica permite asomarse la obra del estudio y empezar
a conocer un cuerpo de trabajos sorprendente que renueva la fe en el valor de
la arquitectura para entender y transformar positivamente la vida y la cultura.
Hecha con lecturas lúcidas de lo cotidiano, con procesos realistas y lúdicos a
la vez, con un optimismo irresistible.